domingo, 27 de septiembre de 2009

En veinte segundos

Corro tras la etérea ninfa, sus pies no tocan el inmundo suelo como los míos, anhelo capturarla. Detente, no escapes más, te deseo. Sigo tras ella, deja de huir -grito y como una dulce ráfaga observo como desaparece entre el rumor de los troncos. Quedo estupefacto, escudriñando todo a mi alrededor, ¿a dónde has ido?... Aquí te espero.

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