Corro tras la etérea ninfa, sus pies no tocan el inmundo suelo como los míos, anhelo capturarla. Detente, no escapes más, te deseo. Sigo tras ella, deja de huir -grito y como una dulce ráfaga observo como desaparece entre el rumor de los troncos. Quedo estupefacto, escudriñando todo a mi alrededor, ¿a dónde has ido?... Aquí te espero.
domingo, 27 de septiembre de 2009
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